Antes de empezar con el decálogo propiamente dicho, lo más importante es recordar que el objetivo de aprender un idioma es:
COMUNICARSE,
es decir,
ENTENDER Y SER ENTENDIDO.
Y ahora empecemos con el decálogo:
Un idioma se aprende practicándolo, es decir, hablando,
hablando, hablando. Al principio lo
haremos mal, pronunciaremos mal, nos
quedaremos pensando en una palabra cuando el discurso ha avanzado siete frases…
pero así es la vida.
Los españoles solemos tener un sentido del ridículo muy
elevado, y preferimos no hablar a hacerlo mal…por lo que tarde o nunca nos
decidimos a hacerlo. ¡¡¡Error!! Métele un gol al ridículo y empieza ya. Sonríe
y habla de todos modos. Los fallos poco a poco se irán eliminando y cada vez
que hables, ¡recibirás una lección gratis!
Sólo así podrás saber cómo suenas en ese idioma que estás
aprendiendo, y mejorar si crees que no se te entiende. Puedes grabar lo que se
te ocurra, lo importante es que lo hagas en ese idioma.
Pasado un tiempo vuelve a grabar lo mismo, y ya verás el
subidón de autoestima al comprobar que lo haces mucho mejor.
Una opción es hacer tarjetas adhesivas, tipo post-it, con los
nombres de los objetos que tengamos en cada una de las habitaciones de la casa
y colocarlas en ellos. Por supuesto, en el idioma que estamos aprendiendo. La
opción avanzada es escribir frases que tengan que ver con el objeto: p.e., ¿qué hay para comer? en la puerta del
frigo.
Otra opción es hacer un memory, en tarjetas del tamaño y
variedad que queramos: nombre/dibujo,
frase/traducción, pregunta/respuesta. Si encontramos personas para jugar,
mejor. En caso contrario, usar de solitario.
“El que canta, su mal espanta”, sea en su idioma nativo o en
cualquier otro. Si nos atrevemos con un karaoke, estupendo. Si no, siempre
podemos practicar en casa: esto no es un casting para un programa de
televisión, esto va de mejorar nuestras destrezas en otro idioma.
En Internet hay muchas canciones subtituladas. En bastantes páginas
ofrecen la letra de las canciones y su traducción a nuestro idioma nativo.
Además de cantar y divertirnos un rato, podemos aprovechar para aprender frases
hechas o repasar gramática: averiguar qué verbos son irregulares, cuántas veces
sale un artículo determinado, qué adjetivos están presentes en la canción, etc,
etc.
Hay muchos libros de “lectura fácil”, es decir, adaptados
para personas que tienen dificultad con esta destreza en su idioma original.
Podemos aprovecharlos para mejorar nuestro idioma extranjero.
También hay libros de lecturas graduadas a nuestro nivel de
conocimiento de la lengua (de A1 a C2), que suelen incluir ejercicios
complementarios de lo más variado: rellenar huecos, unir columnas,
describir personajes, escribir una carta
o una postal, etc, etc.
Otra buena opción son los libros infantiles. El contenido
puede estar simplificado, al dirigirse al público infantil, pero las
estructuras y palabras son “naturales”, porque están pensados para la infancia
en su idioma materno.
La tecnología audiovisual online tiene, como todo, aspectos
positivos y aspectos negativos. Aprovechemos los primeros para mejorar nuestro
conocimiento de un idioma. Internet es un pozo sin fondo para conseguirlo.
Algunas propuestas:
- ver películas en versión original, lo de los subtítulos lo
dejamos a tu elección, aunque el proceso ideal es verla cuatro veces, con esta
secuencia: primera vez en el idioma materno, con subtítulos en el idioma
extranjero; segunda vez a la inversa; para el tercer visionado audio y
subtítulos en el idioma a mejorar; y para la cuarta con audio en el idioma a
mejorar, pero sin subtítulos . Para empezar son aconsejables películas
antiguas, porque el lenguaje es más claro y la acción más lenta. Lo bueno es
que podemos pararlas, volver atrás para escuchar un diálogo que no nos ha
quedado claro, intentar repetir la pronunciación de las frases, etc, etc. En
youtube hay unas cuantas, en eFilm también. Si no tienes acceso a Internet, no
te preocupes: las bibliotecas españolas están surtidas de abundantes DVDs o
CDs, que prestan de forma gratuita.
- sintonizar una radio en el idioma a mejorar usando
internet, o descargar audiolibros o podcasts,
tan de moda ahora. Muchas de las
ventajas de las películas también son aplicables a los audios. Por otro
lado, al no precisar atención visual, podemos hacerlo mientras damos un paseo o
vamos a la compra. Auriculares conectados al móvil directamente o por Bluetooth
lo dejamos a tu elección.
-
Hay diccionarios electrónicos realmente estupendos: no
sólo nos indica la traducción de la palabra que buscamos, también nos
“conjugan” la palabra en cuestión, es decir, nos indican género, plural y caso
si es un sustantivo o nos dan todos los tiempos verbales, si es un verbo. Otra
ventaja adicional es que nos sugieren la palabra buscada mientras la vamos
escribiendo, por lo que nos pueden solucionar más de un problema de grafía
equivocada.
-
Otra cosa más: los diccionarios electrónicos suelen venir
con la opción de escuchar la palabra o frase que traducen. No perdamos esta
oportunidad de mejorar nuestra pronunciación. Lo mejor de todo: podemos
escucharla todas las veces que queramos, sin que “la voz” se queje de tener que
repetir hasta el infinito. Esta puede ser una buena opción para mejorar nuestra
pronunciación.
De forma presencial u online podemos acceder a obras de
teatro, lecturas o conferencias. Es posible que al principio no entendamos
mucho, pero también es importante acostumbrarnos al ritmo y entonación del idioma
extranjero.
Como ya sabemos el tema del que va el acto, podemos hacer
una lista con las palabras y expresiones que será probable que oigamos. De esta
manera nuestra mente se prepara para reconocerlas, y eso nos hará más fácil la
audición. Luego, encasa, podemos repasarlas, ver cuántas de ellas hemos
acertado y que palabras o expresiones nuevas podemos aprender.
Reunirse periódicamente, de forma presencial u online, con
nativos o con personas que están aprendiendo el mismo idioma que nosotros es
una excelente manera de mejorar el idioma. ¿Temas de conversación?
¡Cualesquiera!: un libro, un tema gramatical, una película, una actriz, fiestas
populares, fruta preferida,recetas de cocina, costumbres de cada país, normas
de cortesía, sistema educativo, moda, música, etc, etc.
Si conoces a alguien cuyo idioma materno sea el que tú
quieres mejorar y esa persona quiera mejorar español, una buena opción es hacer
un tándem. Podéis quedar para comer, tomar un café, pasear y hacer la mitad del
tiempo en un idioma y la mitad en el otro.
En tu ciudad (o cerca de ella) seguro que hay centros
comunitarios, centros de mayores, escuelas de adultos, escuelas de idiomas que
ofrecen cursos del idioma que estás aprendiendo, y con una amplia variedad de
niveles y costes (algunos son gratuitos). Infórmate y apúntate, especialmente
si eres una persona a la que le cuesta imponerse un ritmo de trabajo: aquí te
lo dan hecho.
Y si no hay cursos presenciales, siempre queda la opción de
hacerlos online. Como no tenemos que desplazarnos, el tiempo que nos llevaría
este proceso podemos dedicarlo a alguna de las otras opciones que indicamos en
este decálogo.
Si nuestra economía lo permite, es ideal viajar al país
donde se habla el idioma que queremos mejorar. Y sí, se trata de mejorar, es
decir, lo aprovecharemos más si ya sabemos un poco el idioma del país,
especialmente de vocabulario y de pronunciación. De esta manera nos haremos
entender y podremos mantener conversaciones, aunque al principio sean muy
rudimentarias.
Como buen decálogo, podemos simplificarlo en dos frases muy importantes:
I) Mejor un poco cada día que un atracón el finde.
II) Es una carrera de fondo, no un sprint.
Es
muy importante tener en cuenta
que es preferible un poco cada día (10-15 minutos) que un mucho de vez
en
cuando (2 horas seguidas un día a la semana). Mejorar un idioma tiene
mucho que
ver con trabajo diario, ya que una parte de lo aprendido ese día se
queda
“rondando” por nuestra cabeza, lo que también contribuye a mejorar el
idioma
aprendido. Por tanto, recordatorio importante: aprender un idioma no es
un cuestión de una semana o un año, es una carrera de fondo, que durará
toda la vida.
Además de la cosecha propia, como profesora y como alumna,
he consultado las siguientes fuentes para elaborar este decálogo:
¿Cómo está siendo tu experiencia a la hora de aprender
español? ¿Qué tal si nos la cuentas en los comentarios?